Basado en lo que he podido ver en exposiciones académicas, conferencias improvisadas y oradores novatos, además de leer un artículo sugerido en la universidad y otras investigaciones personales, he detectado que las causas para el miedo escénico varían acorde con la personalidad y el escenario del individuo, sin embargo, a grandes rasgos se pueden identificar tres grandes causas muy comunes entre quienes padecen de ésta fobia.
1. DESCONOCIMIENTO DEL TEMA: La ignorancia sobre el tema que se va a tratar es algo que se nota desde el tono de la voz, los continuos errores al expresarse, hasta los silencios incómodos en los que el público se percata de que el tema fue aprendido de memoria y ésta le ha jugado una mala pasada. Para ello es indispensable apropiarse del tema y del interés del público, describir con sus propias palabras los conceptos y teorías de las que se investigó, acudir a ejemplos que faciliten la explicación de temas complejos y así mismo se haga entender de una manera más efectiva. Un error muy común es depender de los medios audiovisuales para llevar a cabo un discurso, conferencia o exposición; se debe estar muy bien preparado en cuánto al tema a tratar para tener la capacidad de improvisar y afrontar la situación en caso de que una de éstas herramientas digitales llegara a fallar.
2. PREDICCIONES NEGATIVAS: Otro de los errores más comunes es dejarse guiar por el perfil alto de quienes asisten al evento, creer que los juzgan en cuánto pasan al frente a expresar su discurso, pensar constantemente que las cosas saldrán mal y que habrán múltiples inconvenientes sobre la marcha. Se debe tener claro en un principio que los asistentes nos escuchan con atención porque esperan aprender de nosotros, porque les interesa nuestra oratoria, tener seguridad y confianza en sí mismo. Cuando nos preparamos con antelación de una manera positiva predisponemos la mente para que todo salga muy bien.
3. NERVIOS: Dejarse llevar por los nervios es el abismo en el que caen todos los que padecen de pánico escénico, las manos temblorosas y sudadas son común verlas cuando el orador no se encuentra bien preparado para asistir su público. Desde mi punto de vista es un aspecto difícil pero no imposible de controlar, solo se debe buscar ayuda de un método para relajarse y entrar en escena; existen diversas formas de engañar los nervios y hacer parecer que todo un discurso a miles de personas parezca una conversación privada con el mejor amigo, métodos como concentrar la ansiedad en la planta de los pies y así relajar las manos para expresarse mejor, incluso a algunos les funciona imaginar su público en poca ropa para hacer menos tensa la situación... cualquiera que sea su método para relajarse puede ser la salida a un ataque imprevisto de nervios.
Acá dejo el enlace a un vídeo que les da 7 tips para hablar en público: http://www.youtube.com/watch?v=VRQaoe-rSq8&feature=related